El origen de la vida
en la filosofía

Dr. Hermes Puyau


La Dra. Archideo nos ha planteado el tema y deseamos responder a esa inquietud que es una inquietud nuestra también.

Creemos que preguntarse por el origen es una tarea que en algunas ciencias nos puede llevar a la metafísica, y eso es lo que queremos de alguna manera mostrar acá -no demostrar, no pretendemos tanto, pero sí mostrar- cómo la pregunta por el origen excede en sus aspiraciones a lo que puede darnos cada una de las ciencias particulares.

Pensemos que desde que el hombre griego hizo filosofía, se preguntó por lo que todos sabemos o por lo que todos queremos saber: "qué es el ente", cuáles son sus propiedades según la fórmula aristotélica. Y si nos preguntamos por el ente, nos preguntamos por el ente que lo es por excelencia. Por eso Aristóteles llamó a la filosofía primera, también teología. Es que estudiar al ente como tal de alguna manera nos lleva al ente que es por excelencia ente y por el cual todo lo demás es ente.

Pero, vamos a ver cómo es esta perspectiva desde el marco de una disciplina que en los últimos cien años se ha desarrollado bastante y que es la cosmología.

En el siglo XVIII, Kant, en 1781, se planteó la posibilidad de la cosmología racional como ciencia. Y la resuelve negativamente. ¿Qué significa eso? Cómo resuelve negativamente la cientificidad de la cosmología. Kant resuelve ese problema de esta manera: suprime el problema. El problema del mundo como totalidad es disuelto y, para hablar con terminología ya del siglo XX, es un pseudo problema para Kant. Las soluciones que se dan son aparentes, pretenden ser demostraciones y no son tales, y por lo tanto el camino de la cosmología racional que había creado muy poco antes el racionalismo de Wolff. Wolff en esa generación racionalista alemana, que sistematizó lo que estaba un poco disperso en los otros racionalistas, organizó las ciencias de esta manera: hay una ciencia del ente en tanto tal, el ente en tanto es ente, y después tenemos las metafísicas regionales que son la cosmología, la psicología racional y la teología racional. El problema que se plantea Kant es ahí desde el marco de la cosmología racionalista, ver cómo esa problemática nos lleva a contradicción. Esa contradicción la llama antinomia. Quisiera aclararlo un poco para que no nos confundamos.

El tema de las antinomias se desarrolló en la teoría de conjuntos a fines del siglo XIX y siglo XX, diciendo cómo una formulación de la teoría de conjuntos nos va a llevar a contradicciones. La más conocida -no es la única, porque han surgido muchas- es la de Russell: "el conjunto de todos los conjuntos que se pertenecen a sí mismos y ese conjunto se pertenece a sí mismo, entonces, no se pertenece a sí mismo". "No se pertenece a sí mismo, se pertenece a sí mismo", es un bicondicional donde cada uno de los extremos es la negación del otro. Ésa sería una contradicción que arruinaría una ciencia.

La contradicción en Kant no está pensada de esta manera. Está pensada como una contraposición entre el punto de vista racionalista, que generalmente está dado por la tesis, y el punto de vista empirista, que está dado por la antítesis. No vamos a relatar aquí eso en detalle porque no nos interesa más que históricamente, aunque por sus resultados veremos que gravitó mucho tiempo.

Lo que pretende probar Kant es que todo camino racional que nos quiera llevar a la totalidad del universo, lo hace en base a demostraciones que no son tales. ¿Qué es una demostración que no es tal? Para hablar con lenguaje kantiano diríamos lo siguiente: una demostración que no crea certeza apodíctica no es demostración. Y él las llama demostraciones verbales, acroamáticas, que no producen evidencia. En cambio, las demostraciones, en el ámbito de la matemática y de las ciencias que son matematizables, producen evidencia, evidencia apodíctica.

Es indudable que esta tesis, esta crítica de Kant, tuvo algún eco, en cuanto a la cosmología como tal, no tuvo en el siglo XIX un desarrollo comparable al del siglo XX. Podemos decir, los instrumentos matemáticos no estaban dados, no había instrumentos en el orden de la observación que nos pudieran llevar a resultados interesantes, y eso explica que recién en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, publica Einstein sus consideraciones cosmológicas. Esas consideraciones cosmológicas, sean cuales fueren las ideas filosóficas que tuviera Einstein, conmovieron en su momento. Conmovieron por la crítica que ya había provocado su primera teoría especial de la relatividad en 1905. Pero indudablemente las consecuencias eran mayores. El propósito de Einstein -no lo vamos aquí a detallar- era dar cabida a la gravedad, que en la teoría especial de la relatividad no quedaba incluida en forma satisfactoria. Desde ese momento, multitud de investigadores, o para continuar a Einstein o para refutar a Einstein, se ocuparon del problema. Ese ocuparse del problema significó lo siguiente: en 1923 Friedmann hace un modelo del universo siguiendo el instrumento teórico que había proporcionado Einstein, pero tiene una diferencia con la concepción de Einstein, que es el carácter dinámico del modelo. El modelo de Einstein era estático, y el punto de vista dinámico es introducido por Friedmann. Eso sería dentro de lo que podríamos llamar el marco teórico de una ciencia. Pero además de ese marco teórico aparecen descubrimientos que conmovieron a la cosmología. El año pasado hemos visto, sobre todo a través de la exposición del Padre Coyne, lo que ha significado y significa el Big Bang, una hipótesis para explicar el corrimiento al rojo de las galaxias más alejadas. Ése es un hecho; pudo ser interpretado de distintas maneras. Una de las interpretaciones posibles es, precisamente, la que afirma la existencia de ese Big Bang. De esa singularidad primitiva u originaria que explicaría todo lo demás. No es un hecho que nosotros podamos comprobar, es una hipótesis que explica hechos y que es en realidad la forma como proceden las ciencias. Fíjense ustedes que, haciendo un poco de historia, Santo Tomás comentó Tratado del Cielo el Peri Uranos de Aristóteles. Ese comentario lo lleva a Santo Tomás a decir que muchas de las afirmaciones de los astrónomos no son sino hipótesis. Eso quiero aclararlo para que no nos entendamos mal.

La palabra hipótesis, en el lenguaje aristotélico, no quería decir lo mismo que hipótesis en la epistemología actual. Para Aristóteles toda ciencia se hace cuatro preguntas. Toda ciencia trata de un objeto determinado. El término objeto es ajeno a Aristóteles, recién se forja a fines del Siglo XIV, y sobre todo por obra de los nominalistas, pero Aristóteles nos habla de géneros, y que de cada género de entes se ocupa una ciencia. Y cada ciencia se pregunta: si es, qué es, cómo es y por qué es. Cuando yo me pregunto por algo, formulo como aspectos iniciales dos expresiones: una es la definición, que responde a qué es, y otra, es el axioma o el postulado o la hipótesis, en la terminología aristotélica. Axioma es la verdad común a todas las ciencias; el postulado es propio de la geometría, "postulo -dice Euclides- tal cosa: que por dos puntos pasa una recta", eso lo postula. El postulado se refiere a la existencia de la cosa, nos asegura que existen puntos y rectas, entonces, responde a la pregunta cómo es. En la determinación del objeto aparecen las propiedades cuya existencia se demuestra, es decir, la apodei es la demostración, se demuestra que tales propiedades pertenecen al triángulo rectángulo, por ejemplo. Se demuestra que todo triángulo tiene tales propiedades. Hipótesis no tiene ahí el carácter casi conjetural que va a tomar después. En Santo Tomás en Comentario al De Caelo ya aparece esa noción de hipótesis como una conjetura, diríamos, para explicar algo. Él dice: no son verdaderas afirmaciones, sino expresiones que tratan de explicarnos algo. Explicarnos es darnos el por qué de algo y ese por qué de algo yo no lo puedo hacer accesible a los sentidos, sino que solamente la inteligencia, el intelecto, puede formular esas preguntas y esas leyes, esas tesis, etc., que constituyen las hipótesis. En la terminología de los epistemólogos del siglo pasado del siglo XX, nos decían lo siguiente: " qué podemos hacer con la hipótesis": dos cosas o confirmarla o refutarla. El Círculo de Viena pensó que la actitud más coherente era confirmar. Pero como una teoría podía estar más confirmada que la otra, se llegó a la noción de grado de confirmación. Una teoría está más confirmada que otra, y frente a esa expresión se levantó Popper en su momento, en 1934, diciendo que las teorías, las leyes tienen base empírica "sí y sólo sí son refutables". La refutabilidad es el criterio popperiano de cientificidad. Fíjense ustedes que son teorías que tienen base empírica. El criterio popperiano no es ir contra la base empírica de la ciencia, sino decir, que para saber si una ciencia tiene base empírica, tengo que someterla a implicaciones que las refuten. Si esas refutaciones no subsisten, la teoría será aceptable, pero nunca cierta, sin lugar a dudas. Siempre hay un manto de sospecha sobre una teoría científica, nos referimos a las teorías científicas particulares.

Estas teorías que han surgido con la cosmología moderna, el universo inflacionario, el universo en expansión, las podemos considerar como hipótesis, y, por cierto, hipótesis que entre sí se confrontan. No tenemos con respecto a ellas una base empírica suficiente, y encontramos el corrimiento al rojo, el fondo de emisión radiante, la cantidad de elementos simples del universo. Sin embargo, lo interesante es que esos temas cosmológicos vuelven a plantearse; se habían dejado de cuestionar en su momento y, hoy día, podemos decir, que astrónomos, cosmólogos, etc., se preocupan por dar una respuesta satisfactoria. Los filósofos, en cierto modo, han dejado el campo de la especulación sobre lo real, para dedicarse, en algunos casos, no todos, a ese análisis del lenguaje que dio sus formas en el lenguaje científico de Carnap o de Reinchenbach, o en la teoría de la filosofía analítica que sobrevive hasta el momento y que tiene importancia en distintas ramas aún no sólo de las ciencias naturales sino también del derecho, etc.

Lo interesante, a mi criterio, de todo esto es que se abre el camino a formular una pregunta que Kant había desechado. "El mundo tuvo un comienzo en el tiempo" -dice la tesis-, que sería la posición racionalista. La tesis racionalista no demuestra la creación del mundo, pero da pie para que pueda responderse de esa manera. Si el mundo es eterno, la pregunta por una creación carece de sentido. Aristóteles pensó en su tiempo que la eternidad del mundo, que era la eternidad del movimiento, no quería decir autosuficiencia del mundo, y por eso dice, con respecto al primer motor, que de él penden los cielos y el cosmos en general. Aristóteles sin admitir una creación -el tema era discutido en su época-, admite una dependencia del movimiento con respecto al primer motor inmóvil. El camino del movimiento hacia el primer motor inmóvil es una prueba que podrá objetarse o no, pero es un camino importante de la física a la metafísica. Es notable, en Santo Tomás cuando en el Siglo XIII, una de las objeciones contra el aristotelismo y su recepción era precisamente la eternidad del mundo que postulaba Aristóteles. Santo Tomás adopta esta actitud. Por un lado dice que "no podemos probar racionalmente que el mundo haya tenido comienzo". Porque dice, las especies que son uno de los principios, por qué son principio, porque la definición por la cual yo circunscribo una especie, es principio del conocimiento, y esas definiciones no hacen ninguna alusión a una génesis, no podemos de ahí extraer una génesis. Quiere decir que en un saber que fuese -diríamos con un lenguaje moderno- totalmente a priori, que se basara simplemente en las definiciones, si quisiéramos extraer de ahí el origen del mundo nos hallaríamos con un inconveniente insalvable. Pero Santo Tomás en el Comentario al Tratado del Cielo de Aristóteles, también menciona hipótesis, hipótesis es la acepción, que podríamos decir, más moderna, más próxima al pensamiento moderno, de lo que era la hipótesis en el lenguaje aristotélico del siglo IV AC. Entonces, considera un camino posible formular hipótesis. Esas hipótesis nos llevarían, por lo pronto, a cuestionarnos un origen del universo. Ese origen del universo no significa probar la creación, pero no es incompatible con la creación. Lo que yo rescato de este pensamiento sobre todo, es que deja abierta la vía a un pensamiento que puede exceder los límites del conocimiento puramente racional. Es interesante eso, porque entonces vemos que el conocimiento racional nos da una visión del universo hipotética en el sentido que hemos dado a la palabra, es decir, se basa en hipótesis que formulamos. Willer uno de los tratadistas de cosmología actual, dice en 1972, que lo que pudo ser el mundo antes del Big Bang constituye un problema en estos momentos insoluble, pero que nos daría mucha información sobre lo que son las leyes de la física. Como de esa singularidad originaria surgió un universo como es el que conocemos ahora. La insolubilidad que pensó Kant de la tesis y antítesis con respecto a la primera antinomia, en realidad, no es tal. Desde el marco de las ciencias particulares, podría darse una respuesta. Por ejemplo, el mundo es limitado o ilimitado. Einstein en un trabajo del 21 decía "si el mundo fuese infinito la densidad de la materia tendría que ser cero, si la densidad de la materia no es cero, podemos inferir que el mundo como tal no es infinito". La materia y el espacio en la teoría relativista tienen una relación que no tenía la materia con el espacio en la concepción newtoniana. Haríamos una cosmología geométrica donde de alguna manera la gravitación tiene una explicación de ese tipo. La curvatura de la masa explicaría la gravitación. Nos diría por qué. Es interesante como una teoría puede decir el por qué de otro. Por ejemplo, en la termodinámica clásica, puramente fenoménica con respecto a la termodinámica estadística, uno estaría en condiciones de dar un por qué con respecto a la otra. Y aquí también nos encontraríamos con que una explicación geométrica es una explicación que no apela a algo que los físicos y filósofos posteriores a Newton no supieron descifrar o no pudieron descifrar: la naturaleza de esa fuerza de gravedad y su contribución al orden del universo.

Resumiendo un poco lo que queremos decir, y después en la conversación podemos agregar más, mi deseo es afirmar esto: la metafísica y las ciencias naturales o en general las ciencias particulares, tienen ámbitos que no están totalmente delimitados. Pero indudablemente, renunciar a la explicación de la totalidad es renunciar a una exigencia de la razón aun desde su punto de vista natural. El saber de lo total es el saber al que aspira la razón. No es un argumento. Los escolásticos distinguían entre persuasiones y suasiones, sería una suasión, en este caso.

El origen de la vida, en especial de la vida humana, es una preocupación que el hombre siempre ha tenido. ¿Cómo se le puede responder a ese interrogante? Pienso que si consideramos resuelto el problema del origen del mundo, que aún no lo está, pero si consideramos resuelto, aún nos queda planteado cómo de ese universo donde, aparentemente no hubo vida, apareció ésta. Todos los relatos sobre el origen del universo hacen preceder la vida por formas de organización que no son vitales. La vida representa una organización superior a lo que antes conocíamos o a lo que le precedió. Cómo se apoya la vida en lo inorgánico, es un tema que daría a reflexión tanto desde el punto de vista filosófico como desde el punto de vista de las ciencias particulares. Pienso que el tema no puede ser abordado por una ciencia particular en especial, sino de una colaboración de la metafísica con las ciencias particulares.

Las teorías mecanicistas y las teorías vitalistas no son teorías que están relegadas al pasado. La teoría mecanicista, tiene -diríamos- un mayor prestigio científico y la teoría vitalista parecería apoyarse en afirmaciones no comprobables. De todos modos, explicar lo inferior por lo superior, ya que consideramos siempre que lo más organizado es superior a lo menos organizado, resulta una tarea para el mecanicismo, realmente insuperable.

A Diálogo sobre lo expuesto


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